Me tengo que ir

Escrito un sábado 29 de marzo de 2008

 

Iba de camino. Estaba temeroso por el como iba a ser la conversación. Llamé a Jofón para decirle que hiciera lo mismo que su padre me dijo que iba a hacer… llamarme a las 4 a mi celular.

 
Tenía miedo porque verla llorar no es nada lindo. Es abominable el sentimiento de esa tristeza que hace sufrir mientras ella llora desconsoladamente. Por eso le dije a Jofón que me llamara a las cuatro… la clave era sencilla: él me tenía que preguntar a qué hora iba para el trabajo y si yo le contestaba que “estaba en la calle”, significaría que el asunto estaba fatal… que me tendría que llamar minutos después para yo así dar la excusa de que tenía que retirarme para el trabajo.

 
En el bus, después de hablar con Jofón, empecé a escribir sinceramente los por qué no quería continuar… y en un papelillo escribí:

 
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- “ya me canse de:
  • hacerte sufrir.
  • Estresarme por hacerte sentir bien
  • Estresarme por verte mal.
  • Hacerte creer que soy desamorado
  • Oír tus exigencias de “alegre entrega”

 - Este cansancio no me permite tener fuerzas para poder cumplir tus exigencias, sencillas exigencias, que al final no sé o no soy capaz de cumplir.

 
- Por lo anterior, prefiero un mal momento que a un mal matrimonio.”

 

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Y me parecieron suficientes razones para decirle que ya no quería y que no iba a continuar siendo su novio.

 
Mi memoria de teflón me exigió practicar y repasar los motivos miles de miles de veces durante para el viaje en bus para que a la hora de la verdad, los nervios no hiciesen verme inseguro y no desvanecer en el intento. Tenía todas las ganas de irme, pero me faltaba valentía para dejarla con un dolor sincero que me había demostrado días atrás.

 
Conforme me acercaba a su casa, venía cabizbajo porque en cierto modo, yo también me sentía muy triste…

 
Practicaba lo que le iba a decir mientras iba de camino… de repente alcé mi cabeza y vi que faltaban unos 40 metros… y seguí alzando la cabeza y vi que ella estaba esperándome. El susto me llegó a la boca del estómago… era el momento crucial y sentí miedo.

 
Ella me abrió sus portones y su carita de tristeza me saludaba con una mano en su espalda… esa mano que guardaba una rosa para mí con un te amo.

 
Su abrazo fue grande, lleno de amor y de melancolía… su voz no era tan fuerte... apenas se oía.

 
Entré y saludé a Saly, su preciosa parte de vida… mientras ella me esperaba en la sala.

 
Era grande la angustia que sentía. Ella es súper especial, pero no creo que yo fuera su pareja per secula seculorum… o viceversa. La idea de que la vida en pareja contiene sacrificios enormes o pequeños, son elementos válidos para continuar… pero no creo en que, en pareja, se deba hacer un eterno sacrificio por parte de alguno de los dos para lograr la realización.

 
Saliendo del cuarto, llegué a la sala… su cara me quebraba el corazón. Yo la amaba, y por amor tenía que decirle que ya no debía seguir con ella.

 
En la sala, ella me preguntó cómo me encontraba… un suspiro fue mi respuesta acompañada de un silencio de minuto. Después, levanté la cabeza y le dije que de salud, me encontraba bien….

 
Otro minuto de silencio surgió cuando ella me preguntó qué me pasaba… y el aire se me acaba de un solo soplo… tenía que decírselo.

 
Su gran amor, me arrimó con dulzura unas cuatro hojas… hojas que tenían escrito un medio centenar de mensajes de texto por celular que me había enviado aquel 14 de febrero que, en medio de una mar de lagrimas, le dije que teníamos que hablar pues entendí que todo se había acabado.

 
Tomé las hojas y las leí…y me doblé en mi decisión, no podía dejar de leer tanto cariño. Y juas! Otro regalito! Me dio una tarjeta que me había preparado para el día de los enamorados, día en que cumplimos 8 meses de ser novios, y 9 de andar.

 
Ella como siempre, sabía a lo que iba y estaba preparada. Yo, por mi parte iba preparado para lo mío, pero no para lo de ella.

 
De un pronto a otro, me entró el mecanismo de mi otro yo, el de las firmezas. Aquel cabezón que no entiende de razones ni emociones, el que no entiendo otra cosa, solo lo mío.

 
Entonces le dije que estaba triste y que no quería seguir con ella. Le expuse lo que me aprendí de camino a su casa y ella me escuchó con mucha atención. Sus bellos ojos frágiles, inundaban con mayor tristeza no solo su cara, sino también mi corazón.

 
Realmente fue duro tener que despedirme de alguien a quien por, amor, tenía que dejarla. Creo que yo no quería hacerla sufrir tanto, cuando en realidad ella o yo teníamos que ser quienes realmente somos.

 
Discutimos varias veces… pero el “frío yo” me tenía dominado para lograr lo que realmente tenía que hacer para hacerla feliz

 
No puedo mentir… ya lo había intentado varias veces… la anterior quedé atrapado por los portones y su cariño. Pero en este ultimo intento, lo primero que busque fue cómo tener las llaves a mi alcance.

 
Constantemente descubrí que su cariño era enorme, pero mi capacidad siempre, a pesar de los intentos, se me quedaba corta para hacerla sentir amada. Yo, en mi forma le amaba muchísimo, pero en su forma, no lo percibía como lo que esperaba.

 
Quise recoger las cartas que me había dado cuando llegué, pero me las negó. Perdería el tesoro escrito más grande, su amor en su testamento. Para mí, eran mías esas hojas y esos detalles, pero no pude discutírselo, ya estaba desgastado emocionalmente.

 
Seguimos conversando y ella accedió a donarme ese tesoro, después de pedírselo unas tres veces más. Además, le comenté que quería seguir contando con su amistad. Porque eso sí no lo puedo negar, Tita es una gran mujer, y tiene muchas ganas de vivir a pesar de las trastadas que le hagan. Tiene capacidad de empuje y de esfuerzo, y eso, en pocas personas la he encontrado. Creo que con ella puedo construir muchas cosas, pero como amigo.

 
Y aunque todo esto suene extraño, sí quisiera poder estar acompañándole como amigo, en sus luchas y en sus motivaciones… creo que es un poco peligroso para esta altura de la historia, pero creo que juntos podemos ofrecerle maravillosas cosas al mundo, pero eso sí, como amigos.

 
Y así se lo comenté… y me dio la respuesta que esperaba de su parte… “yo prefiero terminar y no volvernos a comunicar”. Y desde ese momento, empezamos a discutir al punto que ella tomó fuerzas para echarme de su casa. Sí, al igual que la vez pasada.

 
Yo me levanté de la silla y fui a un extremo de la mesa para agarrar mi bulto, pero ella me abrazó… y me abrazó enormemente. Yo me sentí nuevamente entre los fuertes y vibrantes portones de sus brazos. Le pedí que me soltara. Y así lo hizo… habían pasado unas dos horas desde que llegué.

 
En ese momento, pensaba en su adorable hija… qué le voy a decir? Probablemente ese sería el último día que la vería.

 
Llegué al cuarto y la descubrí viendo un programa de televisión al cual le interrumpí para decirle que ya me iba:

 

 
- Saly, ya me tengo que ir.

- Te vas para tu trabajo? (se levanta de donde está y se viene hacia a mí)

- Sip… (y la recibo con un abrazo… el corazón me latió más fuerte y las lágrimas al fin brotaron). No olvides ser una niña buena, intenta rezar todos los días y lo más importante, siempre hazle caso a tu mami, ella te ama muchisisisisimo.

- (silencio)… Pablo te amo! (se me secaron las lágrimas del shock emocional)

- Saly, yo también te amo muchísimo. Recuérdalo.

- Ok

 

 

 
En eso la tuve que soltar y sin verla, huí de su cuarto y de su inocencia… quería salir de una vez por todas de la casa que me había acogido con tanto amor y cariño, pero me faltaba la parte de abrir portones.

 
En ese traslape de escenarios, me topé a Tita guardando un silencioso llanto y su rostro alzó para hacerme la pregunta más difícil que me han hecho en la vida: “qué tengo yo que, a pesar de darlo todo, siempre me descartan como pareja… dímelo como un amigo que me conoce”.

 
Esa sí que no supe qué responder inteligentemente. Vi una flaqueza de mi parte en el sentido que no supe acompañarla en su autoestima durante todo ese tiempo… y lo único que acaté a decir es… Tita, aprenda a quererse. Para mi fue una respuesta muy precisa pero que realmente no podía explicar en ese instante. Solo la abracé, mientras ella exprimía nuevamente la fuente de mis lágrimas, mi propio corazón.

 
Su rostro, ah! Su rostro! Era como de una niña experimentando el dolor de un raspón. No quería verla, era demasiado intenso para mi total yo!. Era ya un punto de desequilibrio al que Saly antes me había empujado y que ahora Tita me arremetía con fuerza.

 
En mi ser interior (esa bolsa de cúmulo de experiencias y lecciones aprendidas, y que según yo estaba por llenar) experimenté su vacío. Ella exportó su vacío hacia lo que yo había llenado y me hizo la bolsa más grande, para que me pusiera a llenar poco a poco en la vida. Y hasta la fecha, no he podido ni siquiera empezar a llenar. Bien me lo decía un amigo, “todo en la vida, son experiencias”

 
Después de ese impacto centrifugoso, abrí el primer portón y ella salió a despedirme

 
En el segundo portón, me detuve y le dije que me iba amándola. Realmente es así. Ya no como novio, pero sí con un amor de experiencia vivida, con un amor de agradecimiento, con un amor que debe caracterizarnos esa oportunidad que nos brinda la Vida al compartir la vida con otra persona.

 
Ella guardó silencio… yo huí realmente partido en miles de pedazos… había sido demasiado para mí, muy intenso, muy fuerte, muy triste… hice lo que nunca en la vida había hecho antes: llorar solo y por alguien, en las calles.

 

 
PD:

 
Saly, gracias por enseñarme a vivir.

Tita, gracias por hacerme vivir con fuerza. Aun he llorado al recordarte, pero sé que es mejor así.

He rezado por ustedes día a día, para que Dios les ilumine y que así les enseñe el camino para ser realmente felices las dos. Ese es mi mayor deseo

 

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