¡Venga para'cá, Lulu!

Escrito el 16 agosto de 2006



Siempre me preguntan que si me da miedo pasar por San José en la noche... no es para menos, pues usualmente tomo el bus que me lleva a casa entre las 10 y las 11pm. Mi respuesta siempre es la misma: "San José no es tan malo, pero hay que andar atento"

Ya han pasado cerca de 8 años en que viajo de noche por motivos de estudios, ensayos, reuniones, vagancia.... y conforme han ido pasando, también ha ido cambiando el movimiento humano existente. Antes éramos muy pocos los que andábamos en la calle... hoy por hoy, somos muchos: enfermeras, estudiantes y ni qué decir de los buses repletos de empleados que terminan sus jornadas de trabajo a las 10pm... casi que podría comparar el movimiento de gente y de transito como el existente al mediodía. Hasta presas hay!!

Como les decía al principio, lo importante es siempre estar atento, no solo para cuidarse de los malintencionados, sino para empezar a redescubrir y sorprenderse por la calidad de vida de los ticos. Definitivamente, lo que más se ve es a una clase obrera dirigiéndose -supongo- hacia sus casas, pero no podemos dejar de lado a aquellos que no la tienen. Esos niños, enfermos, ancianos, trasvesties, jóvenes... de toda raza, no sé si de toda religión.

De ellos hay muchos y la experiencia me ha dicho que tengo que pasar por zonas donde estos indigentes no se concentren, porque el hambre les mata y les hace matar. Y creo que, muerto, no les puedo ayudar. De ellos he tenido que aprender -correcto, han sido mis maestros- ha tener que redescubrir un rostro humano oculto. Con facilidad se ve que la gente les tiene miedo y asco. El primero por "lo normal" pues es lo que, en nuestra lógica, nos han programado. El caso del asco, viene más por su presentación poco agradable a nivel visual y de olfato. "¡Dios guarde darles la mano!" me decía un amigo.

El detalle es que estas personas andan en busca de alimentos y, la gran mayoría, de recursos para comprar droga.... y cada quien tiene su manera de demostrar sus cualidades para convencer a la gente en ayudarles.

Este es el caso de un trasvesti, quien le he visto un par de veces... la primera vez subió al bus para pedir, diciendo que tenía sida y dándonos instrucciones a los pasajeros para "usar el gorrito siempre" para que no nos pase lo mismo. La segunda vez, se dio el permiso de llegar acompañado y bien temprano a la fila... cerca de unos 10 minutos antes de que llegara el bus.

Las caras eran diversas entre la gente. Muchos incómodos, otros ni alzaban a verles y otros, nos quedamos observando aquella escena sorprendente. Todos nos dimos cuenta cuando el trasvesti gritó "venga para'cá Lulú!!" y Lulú, obediente, llegó para ser castigada fuertemente... "¿cuántas veces le he dicho que no coma huesos de la calle?!!" gritaba el trasvesti mientras le daba por el hocico a la pobre perra negra. En cierta forma, me causó repudio.

Después siguió la obra teatral. Hizo su presentación personal, presentó a Lulú -una perra que vestía un delantal-, presentó a otro perro -no recuerdo el nombre, pero estaba muy bien cuidado- y por último, sacó de su bolso a Chimultrufia, una perrita de un par de meses de vida. Nos invitó a ponerle atención al trabajo que iban a hacer "en equipo" pues según alegaba, este espectáculo no lo verían fácilmente y mucho menos en la calle...

Llamó a Lulú, y Lulú empezó a mostrarnos cómo había sido entrenada. Estaba sentada en una esquina y apenas el trasvesti le llamó, acudió a los pies de su amo; este le pidió que rezara por nosotros y efectivamente lo hizo. Sorprendido quedé cuando la perra se sentó sobre sus dos patas traseras y juntó sus manos mientras escuchaba a su dueño hacer la oración pidiendo no por ellos, sino por nosotros! Al final, su obra terminaba cuando la perra le dio la "mano" al dueño para que le ayudara a persignarse y dar incluso el beso en su pata para el amén. SORPRENDENTE! Lulú se paró sobre sus dos patas y cruzó la calle para darle paso al otro perro.

Inmediatamente, el otro perro fue llamado a subirse a los brazos del trasvesti, quien le pidió además poner su hocico sobre el hombro del amo. Este nos explicó que era un perro que sabe morirse... y efectivamente le dijo el nombre del perro y le pidió morirse. El perro se fue de bruces y quedó guindando con los ojos cerrados. Muy gracioso. Pero para poder convencernos más, le pidió a varios de la fila que le hicieran la prueba de entrenamiento. Tres personas le dijeron el nombre al perro y que se hiciera el muerto y así lo hizo... se fue de bruces y quedó guindando con los ojos cerrados. Todo esto sucedía mientras Chimultrufia dormía en el bolso. Su amo, el trasvesti, nos explicaba que solo lo hará por un poco tiempo pues también tiene que aprender a ganarse la vida y así ayudar al equipo.

Obviamente, casi todos los maravillados de la fila dimos nuestra monedita de 100 colones...y creo que éramos como 30 personas! ¿En qué lo habrá invertido o gastado? No tengo idea, pero me convenció... me demostró que dar un poquito más de lo que la gente espera, permite encontrar mejores resultados. No importó si estaban limpias sus ropas. No importó su vocabulario de calle, no importó el olor de los perros... lo que importó fue que tuvo que entrenarlos para poder sobrevivir, y que ha pesar de este esfuerzos, muchos le ignoraron, muchos se creyeron -como me dijo el señor que estaba a la par mía- "hay que tener dignidad humana, tanto como para no rebajarme a ayudar a este hijuexxxx trasvesti vagabundo". Creo que el ignorante era otro, pues hablaba sin saber lo que significa realmente dignidad humana. El traje, por más bonito, hay que andarlo bien aplanchadito, de lo contrario, el diccionario queda incompleto y mal escrito.

De regreso a casa, meditaba en el bus sobre el tema de que muchos les tenemos miedo porque el hambre les mata y les hace matar... y me cuestioné ¿cuántas veces en la vida he sido el hambre para estas personas?

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