EL COMUNICADOR, UN AGENTE DE CAMBIO

Nada existe más hermoso y más desafiante que trabajar en la verdad. De ahí, usted podrá encontrar un camino para aceptar o rechazar. Al fin y al cabo, usted lo que busca es caminar para su bien y el de todas las demás personas.
Aunque el comunicador no es el espejo de la verdad, sí es un pedacito de ella cuando realiza con responsabilidad su trabajo. Otros comunicadores pueden ser vistos como competencia, sin embargo, en temas de oficio, el conjunto de comunicadores nunca dará tendrá una solución vacío. Al contrario, son excelentes aliados para hacer reflejar en mayor grado la verdad.
Para ser un comunicador que realmente logre reflejar el brillo o lo opaco de una situación, se requiere de una actitud que constantemente permita visualizar la generación de nuevo pensamiento en pro de la construcción del bienestar de todos. Por eso, usted logrará reconocer un buen comunicador cuando este asuma el puesto de agente de cambio.
Para esto me apoyo en el trabajo que realizaba con varios jóvenes de diversas realidades del país en el programa Agentes de Cambio de la fundación alemana Friedrich Ebert. Este programa me enseñó a recordar constantemente tres elementos que se transformaron en retos diarios para mí. Hoy se los comparto a usted: hay que ser referente, competente y dispuesto a asumir liderazgo.
El comunicador puede estar sonando constantemente como una bombeta. En cualquier parte lo pueden escuchar. Ahí es referente pues al sonar, la gente busca en donde fue que sonó. Sin embargo, no puede quedarse allí, debe brillar también, es decir, debe ser competente en los temas que comunica para que la gente admire su trabajo iluminador.
En esto usted podría ver la gran diferencia de una bombeta que sólo suena y un fuego pirotécnico que suena pero que en realidad lo que cautiva es la iluminación que provoca. La gente puede ver la belleza de los fuegos artificiales desde muchos lugares, no necesita escucharlo.
 Pero no basta que el comunicador sea referente y competente. Se requiere de gente que realmente asuma puestos de liderazgos. Ahí está la toma de decisiones y las oportunidades para encontrarse con más personas que quieren ayudar a los más desfavorecidos. Puede ser muy bueno, o incluso ser el mejor, pero si no quiere asumir puestos de liderazgo, otra persona ocupará ese lugar.
"Quién no se forja su propio futuro, terminará siendo parte del plan de otros" me repetían una y otra vez el coordinador de aquel programa. Ser agente de cambio no lo hace cualquiera. Hay que querer, hay que prepararse para poder y hay que asumir ese deseo de ayudar a construir lo que llamamos bien común.

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