DE PATADAS EN LAS BOLAS


Una semifinal sin resultados lógicos
DE PATADAS EN LAS BOLAS
·        El espectáculo debe cambiar de rostro

  
La semifinal cuenta con 44 jugadores detrás del balón
que buscarán dar el toque mágico para llegar a la final

Por un lado, los saprissistas se fustraron por no ganarle en su propia casa al Alajuelense. Por el otro lado, los “cartaguitos” brincaron de la felicidad cuando metieron el primer gol al Herediano pero luego la felicidad se les pasó de bando y perdieron.


La semifinal tiene a más de uno contento. A otros los tiene prediciendo resultados y los optimistas de los vencidos dicen que sus equipos volcarán los marcadores. ¡Oh mundo de contrastes, portador de oportunidades!


Los saprissistas miran las estadísticas y recuerdan que le han ganado a los rojinegros 104 veces  y que han sido derrotados 84 veces, contando la del domingo pasado. Solo en 85 ocasiones han empatado. Eso les hace sentirse superiores, al menos históricamente.


Los rojiamarillos viven en la misma actitud ya que le han ganado 108 veces a Cartago, aunque los azul-azul les derrotó 83 triunfos y ha empatado 67 veces. A esto hay que sumarle que quedaron de primeros en la tabla de posiciones.


Pero las estadísticas acá no sirven. Son historia. Y el recuerdo podrá alimentar, pero no es el alimento suficiente para triunfar. El equipo que no se forje su propio plan, terminará siendo parte del plan de otros.


La semifinal va por la mitad y la primera estuvo, digamos, entretenida. Al menos vimos goles. Pero ¿falta carnita aún, verdad? Lo digo porque el deporte no queda en el balón, sino que en la afición queda esa magia que provoca ver las buenas jugadas hechas por  los actores en la cancha… o la brujería que genera las malas y que provocan ese deseo de querer maltratar al otro.


 El espectáculo lo veremos cuando no hayan uñas largas, ni manazos, ni escupas voladoras, ni “mentonazos” de madre, ni arbitraje ladeado. Veremos el espectáculo cuando simplemente pateen las bolas para hacer lo que se tiene que hacer.  Así como cambian de balón cuando un saque lo requiere, por tiempo o por cualquier otra razón, así tiene que cambiar el espectáculo de estas semifinales.


Cada jugada debe ser encantadora como el pasar de una bandada de pericos en pleno amanecer. Que hagan bulla por la ciudad y que hagan ver por dónde va y en cuanto a dirección, el tiempo siempre está a favor de todos.


Pero esto no es una cuestión de suerte, es una cuestión de convicción, coraje y concentración. Nada está escrito. Al final, cada equipo puede decir una misma frase: “a la palabra imposible, le sobran dos letras.”



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