Calvario para adoptar un hijo


Calvario para adoptar un hijo

·         Ser infértil es un duelo familiar y adoptar es un martirio. Así lo definió “Ana”, una mujer que decidió adoptar con su esposo después de intentar de revertir la infertilidad que vivían.


La adopción de niños en Costa Rica es considerado un proceso complicado para quienes se animan a asumir este camino. Así lo definió una mujer (a quien llamaremos  “Ana”) después de participar en el procedimiento que el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) establece para los matrimonios que no pueden concebir hijos.

El artículo 100 del Código de Familia establece que “la adopción es una institución jurídica de integración y protección familiar, orden público e interés social y que constituye un proceso jurídico y psicosocial, mediante el que el adoptado entra a formar parte de la familia de los adoptantes, para todos los efectos, en calidad de hijo o hija.”

El procedimiento para la adopción de un menor puede durar hasta cuatro años a partir del momento en que inicia el proceso especial de protección. Este proceso se establece cuando el PANI adquiere la custodia del menor después de haber agotado la posibilidad de mantenerlo con sus padres biológicos u otros familiares. 

Por otra parte, existe el proceso paralelo de los solicitantes de adopción. Según la Oficina de Adopciones del PANI la pareja tiene que llenar varios documentos y pasar varias pruebas  para que sean calificadas como aptas para la adopción (ver nota “Un calvario para un embarazo de cuatro días”).

Sin embargo, el proceso no llega aún al final. Escoger la familia para un niño implica un desgaste fuerte para la pareja porque tiene que pasar por un Consejo de Adopciones para determinar  las condiciones de la pareja y así dar el visto bueno para el siguiente paso: ver la reacción entre el niño y los futuros padres en el momento en que se conocen por primera vez. 

Si la reacción es positiva, la adopción se realiza ante un juzgado siempre y cuando el niño esté declarado en abandono por parte de los padres biológicos. En caso contrario, el niño es entregado a la pareja en calidad de depositarios temporales, lo que implica que aún no puede ser adoptado pero sí pueden custodiarlo por un tiempo determinado.

Para el gerente técnico del PANI, Jorge Urbina, las parejas también definen parámetros que discriminan a los menores. Estos parámetros determinan el perfil del niño que desean adoptar y esta información se toma de las entrevistas y en la documentación que presenta la pareja. 

“La mayoría quiere un solo niño y casi ninguna familia quiere menores con discapacidad, enfermedades crónicas o historial de abuso. Muy pocas optan por pequeños con antecedentes de orden psiquiátrico”, mencionó Urbina en una entrevista de La Nacion realizada por el periódico La Nación.

Un calvario para un embarazo de cuatro días

“Ana” decidió con su esposo adoptar a un niño después de varios intentos fallidos para lograr concebir un hijo a través de diversos métodos de fertilización. Cuando se informó del procedimiento se llenó de mucha ilusión. Sin embargo, esta ilusión solo estuvo presente al principio y luego al final del proceso de adopción.

“El proceso no es nada bonito. Hay un período de duelo en la familia cuando descubre que es infértil. Tener la posibilidad de adoptar ilusiona mucho, pero en el camino se pierde completamente” mencionó.

Ana presentó los documentos que le solicitaron, después tuvo que hacer una valoración psicológica y otra social para que pudiesen ser elegibles como familia para adoptar un niño.

“Cada valoración cuesta cerca de 300 mil colones. Sin embargo, el PANI también ayuda a las parejas que no tienen esa posibilidad”, recordó.

Después de esperar dos meses por una respuesta, Ana y su esposo fueron llamados para una entrevista donde les preguntaron sobre su vida de pareja, el entorno familiar, la situación económica en la que vivían. Según ella, tuvieron que presentar otro documento donde mostraban sus movimientos económicos y las proyecciones para cuando tuviesen ya al niño en casa.

“Ahí nos entregaron otro documento, que por cierto, tiene preguntas engañosas. Es un cuestionario donde le preguntan sobre condiciones del niño que uno desea y con respuestas de sí o no” recalcó.

Tiempo después el PANI les indicó que eran una pareja elegible. Sin embargo pasaron dos años sin respuesta alguna. “Ahí nos dijeron que no tenían niños con las condiciones que habíamos respondido. Luego nos percatamos que hicieron una interpretación de las respuestas sin hacernos una entrevista. En esa interpretación nos tachaban de discriminadores y por eso digo que esos cuestionario son engañoso” afirmó Ana con enojo.

La entrega de los niños para el proceso de adopción no es por el orden de solicitudes. Según Urbina, los niños se entregan a las familias que estén mejor calificadas en el momento. En una de las consultas realizada por Ana, una de las trabajadoras sociales le explicó que la carencia las tiene la familia, no el niño.

“Poco a poco perdí la ilusión. Insistí, pero no me dejé agotar. Nosotros queríamos adoptar” mencionó “Juan”, esposo de Ana.

Al año y medio volvieron a consultar en las oficinas del PANI y encontraron que sus datos habían caducado y que no les habían avisado. Tenían que volver a hacer todo el papeleo, incluso las valoraciones psicológicas y sociales.

“Ahí nos dimos cuenta que los niños crecen y crecen y que eso implica disminuir el interés por el niño, pues las parejas prefieren a los niños con menor edad” comentó Ana.

Por su parte, Juan fue más enfático. “Eso lo hacen para justificar puestos. Para actualizar los datos, tenemos que pasar por un abogado del PANI, por una secretaria, por la psicóloga, la trabajadora social y finalmente esperar a que el mensajero nos envíe los documentos a la casa porque no los dan en las oficinas si uno se presenta. En eso duran meses.”

Para Juan y Ana, este proceso era como vivir en un engaño pues recalcaron que  siempre les decían que eran idóneos para adoptar pero les hacían una novela con los datos y las interpretaciones.

Llamada. A pesar de la frustración de este matrimonio, todo les cambió al recibir una llamada del PANI. “Me llamaron y me dijeron que me presentara para otro papeleo. Cuando llegamos, nos presentaron a quien hoy es mi primer hijo. Interactuamos por unas cuatro horas y él estuvo cómodo con nosotros” relató Ana.

“Todo fue muy rápido. En cuestión de horas nos dijeron que ese iba a ser nuestro hijo y que nos lo entregarían dentro de cuatro días” dijo Juan.

Ana no se quedó atrás: “fue como un embarazo de cuatro días. No teníamos ropa para darle pero corrimos con todo para darle lo mejor. Nuestros familiares nos ayudaron y hasta hoy ha sido la mejor experiencia que hemos tenido”.

Pero eso no acabó ahí. Cuatro meses después tuvieron que presentarse al Juzgado de Familia para que la jueza declarara abandonado al niño por parte de sus padres biológicos. Para suerte de Juan y de Ana, la madre biológica no se presentó y esto dio paso para que ahora puedan ya inscribirlo en el Registro Nacional como depositarios permanentes del niño y por ende, darle los apellidos a quien, al nacer, fue desconocido.

0 comentarios:

Publicar un comentario