Y sus ojos cristalizaron cuando me dijo "No tuve papá"...

Me puso el audífono en la oreja. Esa canción me llamó mucho la atención, no por la letra, sino por lo que provocó en los ojos de alguien que recién conocía.

Lo grandioso de viajar en bus es toparse con la gente. En este caso era un viaje de unas 10 horas con subidas y bajadas, típico tour.

La canción hablaba de lo que ella había soñado: tener un papá que la chineara. Un papá que la extrañara el día que se fuera ella de la casa. Un papá que rezara con ella.

No les miento que el cantante era muy acertado en todo lo que uno sueña como papá; pero me tenía más impactado la forma en que el corazón palpitaba en los ojos llorosos de aquella joven.

Hoy, es tan común como antes.  A muchos les falta el papá o la mamá. Muchos ni siquiera le conocen. Son personas que valoro.

Es profundo el sentimiento que provoca el imaginar el momento en que uno tenga que despedir a alguno de los papás. Pero no puedo ponerme en los zapatos de aquellas personas donde alguno de ellos despidieron a sus hijos al no reconocerles o al abandonarlos cuando niños.

A estas personas, que no tienen o no conocieron al papá o a la mamá, les admiro. Les admiro.
Son personas que han crecido encontrando el amor en otras personas, muchas de ellas muy pasajeras… solo en ciertos momentos de la vida.

Cuando se levantan con el deseo de conocerlo, el esfuerzo es duro. No saben si ya murió, no saben cómo reaccionarán al verles… y mejor aún, se cuestionan qué pasará en el momento en que la vean aquella persona que no les quiso ver desde pequeños.

Admiro la valentía. Les admiro porque a pesar del sufrimiento, siguen vivos, siguen intentando ser gente buena. Les admiro porque a pesar del vacío, buscan amor dando amor. Les admiro porque se levantan cada vez que alguien les traiciona.

Les admiro cuando se proponen metas y buscan forjar su propio plan, para no ser parte de otros. Y les admiro, porque cuando tienen un hijo, les da todo el amor que no recibieron, pero que construyeron a punta de cicatrices.

Muchos tropiezan al buscar amor. Son personas que les tiembla el corazón con una mirada que muestra el dolor, pero que no les tiembla el ánimo para levantarse y sonreír de nueva para buscar el buen amor.

Pero son personas que intentan ser mejores. Por eso les admiro y cada día les respeto más.



Un daño causado


 Iba buscando un par de cosas en cierto supermercado. De repente, vi sus dos nietos dentro del carrito de compras. Me  sorprendió, porque iban del lado de los productos: dentro del carrito.

Yo, después de ver a sus nietos, alcé la mirada para ver al abuelo. Muy cortésmente me saludó, lo que inmediatamente respondí en forma respetuosa, aunque mi mente viajaba en el archivo de imágenes para vincular con un nombre. En milésimas de segundos lo logré.

Mientras él empujaba, a su lado iba su esposa. Ella, con delicado vestido, mostraba en su maquillaje la seguridad de caminar por este lugar sin tener miedo al público. Su rostro era de firmeza, aunque más bien se podía confundir con cierto enojo. Él no tanto. Su sonrisa era cordial, pero no tan natural como lo querían mostrar sus ojos.

Su figura era para sacarme una foto con él,  pero no. Incluso me la hubiese tomado y me hubiese atrevido a subirla a mi facebook, pero no.

Por un lado, él busca demostrar su inocencia, pero no se logra ver así... al menos esos son los comentarios que escuché en el supermercado.

Los medios de comunicación informan y su rostro se ve desgastado. Muchos lo quieren libre, pero no.
Me he topado con un expresidente de la República en el supermercado. Le vi su sonrisa cordial, tratando de recuperar su popularidad, pero no. Ya el daño está hecho… sea el que él mismo se provocó o el que los medios de comunicación le provocaron.

La sensación fue curiosa. Si su persona fuese de una gestión intachable, probablemente no habría podido andar por el supermercado caminando, pues mucho se le acercarían para saludarlo y no podría comprar con tranquilidad.

Muchos queremos una foto con personajes de buen renombre. Imagínese que estoy esperando ir al supermercado y toparme a Franklin Chan para sacarme una foto con él y subirla en las redes sociales que uso. ¡Al fin y al cabo, los buenos personajes siempre son inspiración para muchos! Así quiero sacarme una foto con un buen gobernante.

Si el político hace mal su trabajo o se le juzga como mal, ningún costarricense se sentirá orgulloso de subir una foto a la par del político en Facebook o de mostrarla con tranquilidad a la gente.

Por eso, simplemente dejé pasar a don Miguel Ángel y a su familia. Y así dejaré pasar a muchos otros gobernantes que no me hagan sentir orgulloso por su gestión política. Más si son aquellos que no defienden a los pobres, o los que no gobiernan con claridad, o a aquellas que no dejan gobernar.