Me arrepentí de haberme bajado...

Los venía escuchando. Nadie me tiene de vino. Pero tengo que admitir que admiro mucho a estas personas.

Aquél incómodo y viejo bus venía con asientos para tres. Yo venía del lado de la ventana cuando un joven se me sentó a la par.

En la parada siguiente una muchacha se subió. Vi que ella irradiaba mucho su presencia. Cuando vio al joven a mi lado, lo saludó muy efusivamente. Él se levantó y ella se sentó en medio. Yo me acomodé para que fuéramos sin problemas.

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Dividamos el asunto.

Por recomendación de varios amigos, por convencimiento propio y por el comentario de un profesor, decidí hace un par de meses dividir escritos por temas y así me llegué a tener varios blogs. Extraño, verdad? Pues para mí no.

Decidí respetar los temas, porque creo que combinarse puede verse como una mala práctica.

Cuando estoy pensando en algo de realidad nacional, o encuentro algún material interesante para reflexionar, o me pasa alguna situación particular que merece compartirse, escribo en el blog "Poner(se) a pensar" (http://pzun81.blogspot.com/)

Cuando me encuentro con Dios y su Palabra, cuando deseo expresar algo en lo referente a mi fe, escribo en "A la escucha del Maestro" (http://pzun81-lectio.blogspot.com/)

Cuando quiero me da por el amor y deseo expresar mis sentimientos vividos, sin duda alguna hay que hacerse poeta. Yo no lo soy. Por eso, me digo en mis adentros que la oportunidad de decir algo lindo, sin ser poeta, lo mejor que uno puede hacer es dar. En esos casos escribo en "ImPoetaDas"  (http://impoetadas.blogspot.com/)

Y cuando lo que escribo, es algo que llevo dentro y es de mi completa autoría, escribo acá en "Pablo Zúñiga Rodríguez"  (http://pablozunigarodriguez.blogspot.com/). Por eso, algunos artículos puestos en "Poner(se) a pensar" están también en este blog.

Espero que lo que escribo

El Libro Invisible

La Iglesia Católica lo conserva
El Libro Invisible

El documento original más antiguo que se conserva en el Archivo Histórico Arquidiocesano es un libro de bautismos de Cartago que data en 1594.



Encontrarlo no fue fácil. En mi caso, para llegar hasta él, pasaron exactamente tres días. Uno para concretar la cita, uno para esperar y otro para quedar inmerso en aquella sala donde lo guardaban.

Marvin es uno de los que más ha ayudado a conservarlo en el último cuarto de siglo. Él junto a sus compañeros, se han dado el gusto de ser casi sus guardaespaldas.

El lugar donde lo tienen le permite estar muy bien cuidado, casi que podría decirse que las condiciones en que lo tienen, le permite compartir su vida tanto con libros nuevos como con los viejos. Imagínese usted que, contrario a lo que muchos pensamos, el lugar es sin olor.

Cuando saqué la cita con Marvin, a pesar de que somos buenos amigos, inmediatamente me preguntó qué era lo que quería con el viejo. Yo simplemente le dije que lo quería ver y conocerlo más. Marvin accedió, creo que más por la confianza que me tiene, que por la respuesta.